“El dibujo surreal tiene que convencer y para eso debe tener una estructura firme. Sobre esa estructura ya se puede crear lo que se quiera. Solo así, al reconocer que hay una estructura, los ojos y el cerebro del espectador creerán lo que tienen frente a sus ojos”, dice el artista Fernando Allende, a propósito de las figuras contorsionadas y de líneas curvas, tan características de su obra.
Antes de llegar a ese estilo, Allende estudió prolíjamente el cuerpo humano mientras cursaba Artes Plásticas en la Universidad de Chile. “Tomé varios cursos al respecto. También hice clases sobre ello y hasta pude haberme ido por el lado más académico, pero no”, cuenta. Era la década del 80 y la figura humana, dice, estaba exageradamente incluida en su subconsciente y eso se notaba en sus dibujos. Estaba en una búsqueda personal, como todos, tratando de encontrar un estilo único y diferente. Entonces, descubrió que la línea curva le era muy útil para solucionar cosas que la línea recta no le permitía, como lograr el efecto de que sus personajes corrieran o bailaran. “Gracias a todos mis estudios en figura humana, con la curva lograba hacer brazos a proporción. No es que con ellas me liberara. Al contrario, era aún más difícil porque entonces ambos brazos y piernas debían quedar idénticos en proporción”, explica.
Allende ha transitado a través de varias técnicas, principalmente pintura y grabado, retratando no solo la figura humana de grandes curvas y proporciones, sino también paisajes más realistas, que destacan por lograr una profunda conexión con la naturaleza. En los últimos 15 años, además, el artista se ha consolidado como el gran cronista pictórico de la cueca brava, entre las nuevas generaciones, desde que realizara su primera exposición en torno al tema y pintara el mural en el reconocido restorán cuequero El Huaso Enrique.