Mientras estudiaba Diseño de Ambientes en la Universidad Mayor, Francisca Méndez se concentró más en el área conceptual y creativa de su carrera. En ese entonces el dibujo no era su fuerte, dice, pero aún así le encantaba. Por eso, cuando egresó y empezó a trabajar como diseñadora en distintas oficinas, también se dedicó a tomar talleres de ilustración. “Siempre lo vi como una afición, algo que podía hacer complementariamente”, cuenta.
En 2015, al tomar el taller de Narrativa Botánica del ilustrador Álvaro Arteaga, algo hizo click. Comprendió que a través de la ilustración era capaz de desarrollar su propio lenguaje y estilo, especialmente en la técnica que usa hasta hoy: la mezcla del grafito con la acuarela, que le permitió entender el estímulo del color, y jugar con luces y sombras. Desde ahí, Méndez no ha parado de estudiar y buscar referencias. Ha tomado talleres con Alberto Montt, Francisco Javier Olea y Patricia Domínguez −de quien aprendió a ilustrar aves con una prolijidad notable− y se ha inspirado en algunos referentes actuales de la ilustración, como la rumana Oana Befort, la argentina Martina Flor y la chilena Luisa Rivera, entre otras.
Tras haber diseñado líneas de lozas, manteles y vitrinas para retail; escenografías para diversos programas de TV; y haber realizado clases de diseño en Inacap, hoy Francisca Méndez se dedica 100% a la ilustración e imparte cerca de 20 talleres al año. Con una estética naturalista, su trabajo se caracteriza por composiciones armónicas y, a ratos, románticas, que asombran por su destreza en el detalle y en la técnica mixta de grafito y acuarela. “Busco poner en valor la energía, belleza, el amor y la grandeza de diferentes especies de flora y fauna”, dice la artista.